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Curva de Koch

Un pirata inglés, aficionado al ron que, según dicen, naufragó de un desamor y de su propio barco en una tempestad, fue a recalar en una isla desierta, acogedora y exótica. La recorrió el primer día y asombrose el marino de su forma triangular y equilátera. Echose a dormir tras recoger los cocos, como procede en estos casos de naufragios e islas desiertas, feliz de su descubrimiento geométrico y sobre todo de estar vivo. A la mañana siguiente recorrió de nuevo la costa y se encontró con la sorpresa, ¡oh maravilla!, de que la isla había crecido de una forma muy especial. En mitad de cada lado del triángulo, y ocupando un tercio de la longitud del mismo, habían surgido otros tantos triángulos equiláteros. Hubiera tirado bien a gusto su botella de ron contra una roca de no ser porque las había perdido todas en el naufragio. Ilusionado no obstante por el acontecimiento, se tumbó a dormir hasta el día siguiente. De nuevo el hechizo de las sirenas, pues ¿qué otra cosa podía ser?, había provocado su mágico efecto y de nuevo en cada uno de los lados del contorno de la isla, una nueva protuberancia en forma de triángulo equilátero de un tercio de la longitud del mismo, había surgido. Y el proceso siguió y siguió … y nuestro marino, que empezaba a hartarse de comer cocos, soñó con que la isla algún día llegaría hasta Inglaterra, pero le angustió la idea de que ya no la podría recorrer cada mañana para comprobar el milagro, y una vez más sintió la nostalgia de su vieja compañera … la botella de ron. ¿Qué le puedes decir a Mr. Koch, pues así se llamaba el pirata, acerca del área, del número de lados y del perímetro de la isla cuando lleve n años en ella? ¿y si viviera infinitos años …? (relato de Carlos Usón y Ángel Ramírez en Variaciones de un mismo tema)